Por comenzar el titulo me hace reflexionar en el hecho que nuestro diario vivir o actuar como docentes y personas debe tener una trascendencia, una huella en las personas que nos rodean, viéndolo como docente, vienen a mi mente tantas preguntas como: ¿ lo que damos o compartimos en nuestras aulas valdrán la pena?, ¿en verdad estoy haciendo las cosas bien?, ¿ estoy generando cosas negativas o positivas con los niños?, es decir me deja mucho que pensar y desde luego la necesidad de analizar mi trabajo para hacer mejoras.
Al mismo tiempo me pregunto, ¿a mi me gustaría estar en el lugar de la señora Martin, me agradaría la idea de que alguien observe mi trabajo durante tanto tiempo todos los días?, de principio me sentiría incomoda saber que hay una persona a la expectativa de cada acción, de cada palabra mía hacia mis alumnos, creo que de cierta manera coartaría mi libertad de ser y actuar, en un territorio que considero mío, a la mejor con el tiempo me acostumbraría. Y llegaría a interactuar con esas personas como le paso Elaine.
Es importante mencionar que a cualquier maestra le gustaría conseguir esa atracción de mantener a los alumnos interesados para asistir cada día con la misma emoción e interés de estar ahí con nosotras, con deseos de aprender cosas nuevas y disfrutar de su afecto.
Nuestra labor implica importancia ya que estamos sembrando las bases primordiales en la vida como el gusto por la escuela, la formación de carácter, y en sí las personas que seremos al futuro.
En cuanto a Philip Jackson, es un escritor desde mi muy particular punto de vista muy involucrado y preocupado con la educación, gracias a sus cuestionamientos cotidianos, como lo muestra en este capitulo.
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